Yo soy la vid verdadera, mi Padre el labrador (Juan 15:1)

La vid es un concepto que ya estaba presente en el Antiguo Testamento, pues a Israel se le llama la vid preciosa y amada del Señor, que él mismo plantó, podó y protegió. Esta imagen de la vid transmitía la idea de que Israel debía de dar fruto para que las demás naciones pudiesen encontrar a Dios y tener vida, y también que Israel dependía del cuidado cercano del labrador. Cristo, al decir que es la vid verdadera, estaba afirmando que es por medio de él que las naciones pueden tener vida y que el ha vencido donde Israel fracasó. Porque Israel fracasó al no dar fruto de obediencia y ser luz a las naciones, pero Cristo triunfó obedeciendo todos los mandamientos de su padre. Y el fruto que Cristo da es paz, vida y comunión con Dios.

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