Yo soy la luz del mundo (Juan 8:12-20)

Cuando Cristo se identifica como la luz en medio de la fiesta de los tabernáculos, una fiesta de alegría donde cada noche había una gozosa celebración de luces y antorchas, estaba diciendo que él es el cumplimiento de esa alegría, que solo en él existe la protección que la antorcha de fuego proveía a los israelitas en el desierto y que él es la única fuente de luz en medio de la oscuridad, en medio de una vida ignorante de la voluntad de Dios, en medio de una vida esclavizada al pecado y condenada al castigo eterno. Esta realidad nos debe animar a seguir caminando en esa luz y a seguir a Cristo abandonando las tinieblas en arrepentimiento y fe.

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