Vino a socorrernos (Hebreos 2:16)

El libro de Hebreos nos habla del más grande rescate efectuado en la historia: cuando Dios mismo socorrió a su pueblo. La humanidad estaba en una condición miserable, culpable por haber transgredido la ley, corrupta y muerta en sus delitos y pecados. A pesar de que no había ningún mérito o bondad en el hombre, Cristo vino a socorrerlo. No vino a socorrer a los ángeles, a pesar de que son seres poderosos, sabios y hermosos, sino a lo más vil y menospreciado de los hombres. Y para efectuar este socorro, Dios el Hijo tomó nuestra humanidad voluntariamente para así poder sufrir y morir en nuestro lugar por nuestros pecados. Regocijémonos, entonces, en este glorioso Salvador que tuvo misericordia de nosotros.

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