Un sacerdote misericordioso (Hebreos 2:17-18)

El autor de Hebreos continúa diciéndonos por qué era necesario que el Hijo de Dios se encarnara. Y lo que ahora nos muestra es que era necesario que Cristo tomara carne para que fuera nuestro sacerdote semejante a nosotros, pero sin pecado. Un sacerdote era un intermediario entre Dios y los hombres que tenía la encomienda de ofrecer sacrificios para expiar (o quitar) los pecados del pueblo y propiciar (o apaciguar) la ira de Dios a fin de que el pueblo pudiera acercarse al Dios santo. Esto es lo que hizo Cristo como nuestro sacerdote. Se ofreció como sacrificio para limpiar nuestros pecados y llevarnos a Dios. Además, el sacerdote debía interceder por el pueblo para que Dios continuara derramando gracia y bendiciones. Y eso es lo que sigue haciendo Cristo, pues intercede por nosotros como un sacerdote compasivo que conoce las necesidades de su pueblo .

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