Un juicio severo contra un pecado despreciable (Abdías 1:10-14)

El Señor declaró un sentencia de juicio y destrucción contra los descendientes de Esaú debido a su pecado. ¿Cuál era este pecado que merecía tan severo juicio? Esaú cometió alta traición contra Jacob porque vio la destrucción de los israelitas y no hizo nada, sino que se quedaron con espectadores disfrutando con placer la ruina de ellos, además de que participaron en su saqueo y se burlaron de ellos. Esto se veía agravado por el hecho de que Esaú e Israel eran pueblos hermanos, lo cual hacía a este pecado algo antinatural. Es por eso que Dios envió un juicio severo contra Esaú, mostrando así lo perverso que es el odio a los hermanos. Como cristianos estamos llamados a hacer lo opuesto, a amar y buscar el bien de nuestros hermanos. Y esto se puede lograr al considerar a Cristo, aquel Hermano que cuando vio la ruina de su pueblo se compadeció de él y decidió entregar su vida.

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