Quita tu viga

El Señor pone delante de nosotros tres razones por las cuales no debemos de juzgar desmedidamente. Con el juicio con que juzgamos seremos juzgados. Con el mismo estándar y dureza con que juzguemos a nuestro prójimo el Señor nos juzgará. Daremos cuenta a Dios por cada juicio áspero, incorrecto e inmisericorde. Cada vez que en la providencia del Señor nos toca ser testigos de alguna falta de nuestros hermanos es necesario que examinemos si nosotros no estamos viviendo en algún pecado y si no estamos teniendo un espíritu criticón, dando a nuestros hermanos severidad, pero a nosotros mucha misericordia para vivir. Como siempre, el evangelio se vuelve nuestra gran motivación.

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