El profeta Isaías asemeja a los pecadores a ovejas que se desvían con el propósito de mostrar nuestra miserable condición y cómo Cristo es un gran salvador. Así como las ovejas se desvían del camino, los pecadores se han desviado de la ley de Dios. Como las ovejas no pueden sobrevivir alejadas del pastor, el hombre no puede vivir separado de Dios. Como la ovejas no pueden regresar por sí mismas al redil, así el hombre no puede volver a Dios por sus propias fuerzas. Sin embargo, Cristo ha cargado nuestros pecados para perdonarnos y salvarnos de esa terrible condición.