La crucifixión (Juan 19:16-24)

La esencia de la crucifixión de Cristo puede resumirse en dos palabras: angustia y vergüenza. La angustia que sufrió Cristo implicó un severo dolor físico en su cuerpo ya que la crucifixión tenía la intención de producir una muerte lenta y sangrienta. Además de la angustia física, Cristo sufrió sobre todo la angustia espiritual, lejos de Dios, sin el rostro favorable y la consolación de su Padre. Por el contrario, Cristo fue afligido en su alma con las angustias y tormentos más duros hasta la muerte. No solo eso, sino que murió en vergüenza, siendo despojado de sus ropas e insultado por los que lo veían. Todo esto lo hizo para que los pecadores que confían en él pudieran ser librados de la condenación, el castigo y la vergüenza por el pecado y ahora vivan como sacrificios vivos tanto en cuerpo como en alma para él.

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