En su evangelio, Juan provee un detalle particular de la vida de Jesús. Nos dice que para ir de Jerusalén al huerto de los olivos tuvo que pasar por el torrente de Cedrón. Este paso a través del torrente de Cedrón es un símbolo de los sufrimientos de Cristo y de la gloria que vendría después. El torrente de Cerón era una corriente de agua turbia porque funcionaba como un tipo de alcantarilla, incluso desde los tiempos del Antiguo Testamento. Además, fue el lugar que tuvo que atravesar David cuando fue traicionado y se encontraba a las afueras de las ciudad. ¿Qué nos enseña todo esto? Que Cristo tuvo que cargar con nuestra suciedad, que fue rechazado y que tuvo que ser abandonado por el Padre. Y el hecho de que lo atravesó con sus discípulos nos recuerda que los cristianos también padeceremos de las humillaciones junto con Cristo.