Jesús y el templo (Juan 2:12-24)

En este pasaje del evangelio de Juan, Cristo hace una señal para demostrar que parte de su obra como el mesías es restaurar una adoración verdadera para con Dios. Para ello limpió toda la corrupción de la adoración que le era ofrecida a Dios y abrogó la adoración establecida por Moisés por medio de su muerte y resurrección. La resurrección de Cristo logró aquello que el templo tipificaba: la morada de Dios con los hombres. Ya no esperamos otro templo, porque el Cordero iluminará la gran ciudad con su presencia y toda la ciudad será un templo para el Señor.

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