El autor de Hebreos sigue reforzando su exhortación a los cristianos al recordarles de una verdad de suma importancia: Jesús es el Señor del mundo venidero. El mundo venidero es aquel estado de la creación donde ya no habrá más pecado y sufrimiento, sino que reinará la salvación, la paz y la armonía, y Dios habitará favorablemente con su pueblo por la eternidad. Aquel que será el Señor de esa Nueva Creación no será Moisés o los ángeles sino el Señor Jesucristo. Esto lo demuestra el autor de Hebreos al citar el Salmo 8, a partir del cual explica que Cristo, por medio de su humillación y sufrimientos, recuperó lo que Adán había perdido, y fue exaltado y coronado como recompensa por su obra. Aunque actualmente no todas las cosas han sido sujetas a Cristo, pues todavía hay mucho dolor y sufrimiento en la iglesia, llegará el día cuando todo sea consumado. Mientras tanto, cada cristiano es un testimonio vivo de que Cristo está poniendo todas las cosas bajo su señorío.