En este pasaje vemos de forma particular que el Señor Jesús vino a llamar y salvar pecadores. Esto lo vemos en el llamamiento de Leví, quien era un cobrador de impuestos, ladrón y traidor a sus hermanos judíos. Pero al escuchar el llamado de Cristo diciéndoles, «Sígueme», se levantó y lo siguió. Leví experimentó una gran dicha al reconocer que siendo indigno Cristo lo había llamado. Es por eso que organizó un banquete con muchos publicanos y pecadores. Y en medio de ese banquete se sentó Jesús, extendiendo su compasión y misericordia. Esto nos muestra que para ser candidato a la salvación lo que uno necesita es ser pecador y reconocer que Cristo es el único médico que tiene el remedio infalible para tratar con nuestra culpa y corrupción.