Jesús, llamado a ser sacerdote (Hebreos 5:1-10)

Podemos tener confianza de acercarnos a Jesucristo como nuestro sumo sacerdote porque ha sido completamente cualificado y aprobado por Dios para ello. Desde el Antiguo Testamento, vemos la seriedad del oficio sacerdotal por cuando su propósito es ministrar delante de Dios en favor de los hombres. Ninguno podía constituirse a sí mismo sacerdote a menos que Dios mismo lo llamara. Cristo, como verdadero hombre, recibió el llamado del Padre para ser el sumo sacerdote de los hombres y habiendo hecho el sacrificio de sí mismo ahora recibe toda la gloria, la honra y el honor por su obra consumada en favor de los pecadores. ¡Acércate, pues, con confianza a tu sumo sacerdote, Jesucristo, llamado por Dios!

Compartir: