Jesús, el empático sacerdote (Hebreos 5:2-3, 7)

Uno de los requisitos para ser sacerdote era ser empático, es decir, tener la capacidad de comprender el sufrimiento de los demás. El sacerdote debía reconocer su propia debilidad y pecado para tratar con ternura, benignidad y paciencia al pueblo que todavía pecaba y constantemente se extraviaba. De la misma manera, los pastores y todos los cristianos deben tratar a sus hermanos con esa bondad y paciencia que refleja el carácter de Dios. ¿Y quién refleja mejor ese carácter de Dios sino Cristo? Cristo es un sacerdote que puede ser empático porque fue débil en cuanto a su humanidad, pero sin pecado, y ahora puede dar la gracia necesaria por medio de su Espíritu para perdonar, consolar y fortalecer a cualquier pecador que viene a él.

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