En este pasaje el autor de Hebreos nos lleva a meditar en la gloria de nuestro Cristo encarnado. Cristo, siendo Dios, se humilló inmensamente y se hizo como nosotros al tomar nuestra naturaleza humana junto con las debilidades que la acompañan, pero sin pecado. Esto lo hizo para morir y librarnos de la condenación, para librarnos del poder del diablo, de la esclavitud y del poder de la muerte. Además, Cristo se hizo hombre como nosotros para comprendernos e interceder por nosotros. ¡Cuánta adoración, ánimo y esperanza debe producir el meditar en el Cristo encarnado!