El Espíritu Santo lleva a cabo un ministerio desde que entramos al cristianismo y durante toda nuestra vida cristiana, aunque muchas veces no lo hayamos reconocido, y este es el de revelarnos las verdades espirituales. Es por eso que se le llama el Espíritu de Verdad. Este nombre nos revela que la tercer persona de la Divinidad es de la misma esencia veraz que el Padre y el Hijo. Y también nos revela su oficio en la economía de la redención, en primer lugar en la persona de Jesucristo, y en segundo lugar en la vida de cada creyente. El Espíritu Santo fue el compañero inseparable de nuestro Señor Jesús y quien lo fortaleció y capacitó dándole toda la sabiduría para llevar a cabo su ministerio en esta tierra. Y ese mismo Espíritu es el que opera en cada creyente, revelando su palabra, revelando la grandeza de Dios y la pequeñez del hombre, y sobre todo, revelando la persona y obra de Cristo para el perdón de los pecados. Así como el Espíritu Santo fue el compañero inseparable de Cristo, así ahora es nuestro compañero inseparable que nos sostiene, fortalece, aliente y conforta.