Aunque no sabemos bajo qué circunstancias David escribió este salmo, realmente estaba sufriendo en angustia. Por un lado, David nos anticipa a Cristo como ese Rey sufriente. Por otro lado, este salmo nos da instrucción sobre lo que nosotros debemos hacer cuando estamos atribulados. Debemos buscar refugio en el único en quien puede hallar descanso el alma atribulada: Dios. Por eso el salmista quiere acudir al santuario de Dios, porque quiere ir al lugar donde sabe que estaba la presencia de Dios para buscar su rostro. Puede ser que no encontremos las palabras más adecuadas y solo podamos decir «Padre, ayúdame», pero podemos estar seguros que en el día de la angustia Dios no abandona a sus hijos y está dispuesto a socorrerlos.