El autor de Hebreos nos anima a no apartarnos de nuestra profesión tanto privada como pública de haber creído en Cristo para salvación. Eso lo hace al mostrarnos la grandeza de Jesús como nuestro gran sumo sacerdote, como aquel que ofreció un sacrificio por nosotros para reconciliarnos con Dios y que hoy intercede por nosotros en los cielos delante del Padre. Además, nos ánima a perseverar en la carrera de la fe al recordarnos de la ternura y empatía de Cristo nuestro sumo sacerdote, quien nos comprende y está dispuesto a otorgarnos el oportuno socorro.