Nuestros distintivos

¿Qué es una iglesia bautista reformada?

La iglesia es descrita en 1 Timoteo 3:15 como «la casa de Dios…la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad». Y siendo la verdad de Dios revelada en las Santas Escrituras, buscamos que todo en la iglesia esté gobernado por la Biblia. Afirmamos que la Biblia es nuestra regla suficiente de fe y práctica; predicamos la Biblia en los cultos de adoración; enseñamos la Biblia en nuestros estudios; buscamos orar conforme a la Biblia; nos esforzamos por animarnos los unos a los otros en nuestros tiempos de comunión con la Biblia. De manera que nuestra iglesia busca estar organizada conforme a la Biblia.

Cuando la Biblia se entiende apropiadamente, somos dirigidos a centrar nuestra mirada en Jesucristo. Así, nuestra adoración pública está centrada en Cristo. Predicamos a Cristo en nuestros sermones y oramos en el nombre de Jesús. Practicamos los dos sacramentos bíblicos del Bautismo y la Cena del Señor, los cuales son acerca de Cristo y su obra para salvarnos de nuestros pecados. Estamos centrados en Cristo porque Jesús vino a este mundo a salvar a los pecadores. Él nos rescató de nuestro pecado y vergüenza, nos reconcilió con un Dios santo, y nos promete vida eterna. Por eso lo amamos a él y guardamos sus mandamientos. Y por eso lo adoramos. 

Cuando una iglesia toma la Biblia con seriedad, llegará a una conclusión acerca de lo que significa la Biblia como un todo. No toda iglesia está de acuerdo en lo que exactamente la Biblia significa, pero creemos que para ser fieles a Dios, tenemos que tratar de entender su Palabra, lo que significa que afirmarnos ciertas creencias teológicas. Amamos sinceramente a nuestros hermanos y hermanas en Cristo que difieren de nosotros en estas cuestiones, pero queremos declarar claramente lo que creemos para que otros puedan compararlo a las Escrituras y puedan ver si también creen que es verdad. 

Reformada

Al identificarnos como una iglesia “reformada” significa que afirmamos las enseñanzas de Jesús y los apóstoles y que fueron recobradas durante la Reforma Protestante por hombres que Dios usó como Martín Lutero, Juan Calvino, entre muchos otros. Los reformados enseñaban que al leer la Escritura como suprema autoridad, podemos darnos cuenta de que la salvación de los pecadores es solamente por gracia, solo por medio de la fe, solo por Cristo, y solo para la gloria de Dios (afirmamos las Cinco Solas de la Reforma Protestante). La teología reformada quedó plasmada por escrito de forma fiel en las confesiones reformadas. Nuestra iglesia afirma la Confesión de Fe de 1689, la cual es una de las confesiones reformadas. 

Así mismo, creemos que la Escritura enseña que en la eternidad pasada, Dios escogió incondicionalmente a algunos para salvación (Efesios 1:3-6). Si fuera por nosotros mismos, no escogeríamos ir a Cristo (Romanos 3:11-12) debido a la corrupción de nuestra naturaleza. Por ello Jesús dijo, «Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero» (Juan 6:44) y «Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera» (Juan 6:37). Habiendo escogido desde la eternidad pasada a un pueblo para salvación, Dios en su gracia envió a su Hijo Jesús a este mundo para expiar los pecados de este pueblo y redimirlos, garantizando que serían salvos (Romanos 5:9-10). Y a su debido tiempo, Dios envió al Espíritu Santo a los corazones de su pueblo escogido para aplicar la obra de Jesucristo,  autentificarlos como suyos, darles vida eterna y guardarlos por toda la eternidad (1 Tesalonicenses 1:4-5; 2 Tesalonicenses 2:13). En resumen, afirmamos las doctrinas de la gracia.

No obstante, la fe reformada trata mucho más que estas verdades fundamentales sobre la gloria de Dios en la salvación. También contempla la gloria de Dios en la iglesia, en la sociedad, en la familia y en la santidad de la vida del creyente. La fe reformada tiene tiene un concepto alto y centrado en Dios de la adoración, regulada solo por la Palabra de Dios. La fe reformada adopta un concepto elevado de la ley de Dios y de su iglesia. En resumen, la fe reformada no es nada menos que una visión integral del mundo y de la vida, así como un cuerpo doctrinal particular.

De esta comprensión teológica surgió una gran corriente de confesiones y credos: el Sínodo de Dort, la Declaración de Savoya, la Confesión de Fe de Westminster y el Catecismo de Heidelberg. De manera similar, esta tradición reformada engendró algunos de los grandes nombres de la historia de la iglesia. Juan Calvino, John Knox, John Bunyan, John Newton, el famoso comentarista bíblico Matthew Henry, el gran evangelista George Whitefield, el gran teólogo americano Jonathan Edwards, Adoniram Judson, William Carey, C. H. Spurgeon, A. W. Pink, y muchos otros se aferraron tenazmente a la fe reformada. Debemos enfatizar que los bautistas no sostienen estas verdades por una lealtad ciega a los credos históricos. Los bautistas reformados tampoco los sostienen meramente porque grandes hombres de la historia de la iglesia se mantuvieron en esta tradición. Más bien, los bautistas reformados sostienen estas verdades porque Jesús y los apóstoles las enseñaron claramente.

La Confesión de Fe de 1689, adoptada por las iglesias bautistas reformadas (incluyendo la nuestra), ocupa su lugar entre estos documentos históricos reformados y está profundamente arraigada en ellos. En su mayoría, la Confesión de Fe de 1689 es una copia exacta, palabra por palabra, de la Confesión de Westminster y la Declaración de Savoya. En consecuencia, el término bautista reformado no es un término equivocado. Los bautistas reformados están firmemente parados sobre el sólido terreno de la herencia de la Reforma.

Bautista

El nombre «bautista» resume las verdades bíblicas concernientes tanto a los sujetos como al modo del bautismo. Respecto a los sujetos del bautismo, creemos que la Biblia enseña solo pueden bautizarse aquellos que tengan una profesión de fe creíble (Mateo 28:19), y solo los creyentes bautizados deben unirse a la membresía de una iglesia local (1 Corintios 1:2; 12:13; Efesios 1:1). Esto a diferencia de otras iglesias que creen que tanto los creyentes como sus hijos deben ser miembros de la iglesia. Siendo el propósito de la iglesia adorar al Señor Jesucristo, edificar a los santos, predicar el evangelio a toda criatura y vivir en santidad para la gloria de Dios en este mundo, solo los verdaderos creyentes pueden cumplir ese propósito y, por tanto, solo los creyentes verdaderos deben ser miembros de la iglesia local. Respecto al modo del bautismo, creemos que la Biblia claramente enseña que el bautismo se administra apropiada por inmersión en agua.

Así mismo, como bautistas tomamos en serio el evangelismo y las misiones. Conforme más personas creen en el Señor Jesucristo, el reino de Dios avanza y pueden establecerse nuevas iglesias. Por lo tanto, predicamos el evangelio a toda criatura, llamando a todas las personas sin distinción a confiar en Cristo para salvación (Mateo 28:19-20).

Otros distintivos de las iglesias bautistas reformadas

La suficiencia y autoridad de la Palabra de Dios

Los bautistas reformados se distinguen por su convicción respecto a la suficiencia y autoridad de la Palabra de Dios. Aunque todos los verdaderos cristianos creen en la inspiración e infalibilidad de la Palabra de Dios, no todos creen en la suficiencia de la Biblia. Todos los creyentes verdaderos creen que la Biblia fue «exhalada» por Dios y que es infalible y sin error en todas sus partes. Negar esto sería llamar a Dios mentiroso y, por tanto, perder el alma. Pero aunque todos los cristianos verdaderos creen esto, no todos buscan regular la vida de la iglesia en cada área por la Palabra de Dios. Hay una creencia común, ya sea declarada claramente o no, de que la Biblia no es una guía suficiente para conducirse en la iglesia. Esto es lo que está detrás de mucho de lo que vemos en el movimiento moderno de crecimiento de la iglesia y se basa en gran medida en la creencia de que la BIblia no dice nada sobre la naturaleza y el propósito de la iglesia. Es por esta causa que muchos sienten la libertad de reinventar la iglesia. Por alguna razón, ¡muchos creyentes parecen argumentar que Dios no tiene principios en su Palabra respecto a la vida colectiva de su pueblo! En estos días, el clamor de todos los pastores de ovejas designados por Cristo debe ser el del profeta Isaías: «¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido». 

La Biblia define lo que es la iglesia

Los bautistas reformados tienen una convicción de que la Biblia y solo la Biblia define lo que es la iglesia. La Biblia y solo la Biblia define los oficios de la iglesia. La Biblia habla de su número (dos oficios, ancianos y diáconos), sus cualificaciones y su función. La Biblia es una guía suficiente respecto a lo que la adoración es y cómo se ha de ofrecer, así como respecto a quién puede ser un miembro de la iglesia y lo que se requiere de esos miembros. La Biblia también es suficiente para instruir acerca de lo que la iglesia debería de hacer, cómo cooperar con otras iglesias, cómo enviar misioneros, entrenar hombres para el ministerio y muchas otras cosas relacionadas a la voluntad de Dios para su pueblo. 

La iglesia existe para la gloria de Dios

Los bautistas reformados se distinguen por una convicción inamovible de que la iglesia existe para la gloria de Dios. Debido a que la iglesia existe para la gloria de Dios, la adoración de Dios y la Palabra de Dios deben ser centrales en su vida. La iglesia es la casa de Dios, no del hombre. Es el lugar donde Él se reúne con su pueblo de una forma especial. Sin embargo, esto no significa que deba ser un lugar aburrido, sombrío, impasible, e insensible. El lugar donde Dios mora es el lugar más glorioso de la tierra para el santo y es un oasis para el alma sedienta de un pecados que busca la gracia de Dios. Sin embargo, el lugar de la morada de Dios también es solemne y santo.  «¡Cuán imponente es este lugar! Esto no es más que la casa de Dios, y esta es la puerta del cielo», fue la exclamación de Jacob en Génesis 28. Es esta convicción la que justifica la reverencia y la seriedad de la adoración bautista reformada a Dios. 

La iglesia local es central para los propósitos de Dios

Los bautistas reformados se distinguen por su convicción de que la iglesia local es central para los propósitos de Dios en la tierra. La época actual es la de las organizaciones paraeclesiásticas. Es la época de los cristianos con mentalidad independiente que flotan de un lugar a otro sin comprometerse nunca con la iglesia. Esta actitud no solo es espirutalmente peligrosa, sino que es completamente contraria a la voluntad revelada de Dios. Aunque han diagnosticado correctamente el fracaso de la iglesia en su misión, la respuesta no es abaondanr la iglesia, sino buscar su reforma y restauración bíblica. Solo la iglesia es la morada especial de Dios en la tierra. La gran comisión de la iglesia es cumplida mientras predicadores del evangelio son enviados por iglesias locales para plantar nuevas iglesias mediante la conversión, el bautismo y el discipulado. Muchas organizaciones bien intencionadas buscan tomar sobre sí la tarea que el Dios vivo a encomendado a su iglesia. ¿A quién le ha encomendado Dios el mandato misionero? ¿A quién Dios le dio instrucciones para el discipulado, ánimo y formación de los creyentes? ¿A quién Dios confió el equipamiento de los santos y la formación de los hombres para dirigir la siguiente generación? Si la Biblia todo suficiente responda que todas estas son responsabilidades de la iglesia local, entonces no tenemos la libertad de ignorarla a la luz del status quo.

La predicación es fundamental

Los bautistas reformados se distinguen por su convicción de que la predicación es fundamental para la vida de la iglesia. ¿Cómo le place más a Dios salvar pecadores? ¿Cómo le place más a Dios exhortar, desafiar y edificar a sus santos? ¿Cómo se manifiesta Cristo más poderosamente a la mente y al corazón? ¡En mediante la predicación de la Palabra de Dios! Por tanto, los bautistas reformados rechazan las tendencias hacia una enseñanza superficial, los servicios de predicación cancelados, el cambio de cultos de adoración por testimonios, películas, teatro, danza o canto. La Palabra de Dios debe ser central en la adoración de Dios. Pablo advirtió del día que vendría cuando los religiosos profesantes no sufrirán la sana doctrina. Él dijo que teniendo comezón de oír, se amontonarían maestros conforma a sus propias concupiscencias. El mandamiento apostólico le retumbó a Timoteo, que en medio de tanta palabrería sin sentido ¡predicara la Palabra! 

La salvación es una transformación radical

Los bautistas reformados se distinguen por la convicción de que la salvación cambia radicalmente la vida del converso. Es trágico que se necesite mencionar eso. Hoy es el día del decisionismo. La idea de que alguien ora una cierta fórmula de oración y es entonces declarado salvo. ¡No importa si abandona el pecado o busca la santidad. Puede vivir como el infierno e ir al cielo! ¡Qué buena oferta! Muchos maestros bíblicos populares afirman esto como una fuerte defensa de la gracia de Dios. Esto es convertir la gracia de Dios en libertinaje. Cuando Pablo describe la conversión de los efesios, utiliza los más grandes antónimos en el lenguaje humano: «erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor». Y en 2 Corintios 6:14, Pablo hace una pregunta retórica: «¿Qué comunión la luz con las tinieblas?». Jesús es un gran salvador. Él no deja a su pueblo en su condición sin vida. Jesús vino a salvar a su pueblo de sus pecados. Si alguno está en Cristo nueva criatura es. Jesús vino a conformar un pueblo celoso de buenas obras. Es una idea no bíblica que un hombre pueda abrazar a Cristo como Salvador y rechazar su señorío. Es La Palabra de Dios en ningún lugar enseña que Cristo pueda dividirse. Si alguno tiene a Cristo, ha recibido a un Cristo completo, Profeta, Sacerdote y Rey.

La ley de Dios regula la vida de los creyentes

Los bautistas reformados tienen la convicción de que la Ley de Dios (como se expresa en los Diez Mandamientos) regula la vida de los creyentes del Nuevo Pacto. Pablo dice en 1 Corintios 7:19  que «La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios». La época actual es la del cristianismo antinomiano (sin ley), que no hace demandas a sus convertidos. Pero el camino de santidad de Dios no ha cambiado. La ley escrita en el corazón en la creación (Romanos 2:14-15) es la misma ley codificada en los Diez Mandamientos en el Sinaí, y es la misma ley escrita en los corazones de quellos que entran al Nuevo Pacto (Jeremías 31:33 y 2 Corintios 3:3). El apóstol Juan escribió: «El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él». Jesús le dijo a sus discípulos que la forma en que ellos demostrarían que realmente lo amaban es al obedecer sus mandamientos. Jesús dijo en Mateo 7 que muchos cristianos profesantes serán expulsados en el último día porque fueron hacedores de iniquidad que no hicieron la voluntad del Padre. Entre las leyes de Dios ninguna es más aborrecida que el pensamiento de que Dios demanda que los creyentes den de su tiempo para adorarlo y para apartarse de actividades mundanas. En años recientes muchos han atacado sin tregua el cuarto mandamiento. El pastor presbiteriano y comentarista bíblico Albert Barnes una vez escribió: «En esta tierra hay una situación que tiende a eliminar el día de reposo por completo. El día de reposo tiene más enemigos en esta tierra que todas las demás instituciones religiosas juntas. Al mismo tiempo, es más difícil encontrar al enemigo aquí que en cualquier otro lugar, porque no entramos en conflicto con los argumentos, sino con el interés y el placer y el amor a la indulgencia y a la ganancia».

John Bunyan escribió: «Un hombre mostrará su corazón y vida, lo que es, más por un Día del Señor que por todos los demás días de la semana. Deleitarnos en el servicio a Dios en su Santo Día da una mejor prueba de una naturaleza santificada que el refunfuñar ante la llegada de tales días [santos]».

El hombre moderno es tan adicto a sus placeres, sus juegos y su entretenimiento que el pensamiento de que debe renunciar a ellos por 24 horas para adorar y deleitarse en Dios es visto como una esclavitud legalista. Es una pena particular ver a aquellos que profesan amar a Jesucristo no apartarse de sus propios placeres. Para el pueblo de Dios, que ama su ley y la medita para deleite de sus almas compradas con sangre, tal mandamiento no es esclavitud, sino un don precioso. 

El liderazgo masculino en la iglesia

Los bautistas reformados se distinguen por una convicción respecto al liderazgo masculino en la iglesia. Esta época ha sido testigo de la feminización del cristianismo. Dios creó dos sexos y le dio a cada uno un rol correspondiente diferente. Aunque los sexos son iguales en la Creación, Caída y Redención, no obstante, Dios ha ordenado soberanamente que el liderazgo en el hogar, el estado y la iglesia sea masculino. Aquellos cuyas mentes han sido indebidamente influenciadas por esta generación encuentran que la adoración, el liderazgo, y la estructura familiar de los bautistas reformados son chocantes. Cuando la Biblia habla de los maridos y padres liderando el hogar no está condicionado por la cultura. Cuando la Biblia habla de los hombres liderando la oración, la enseñanza, la predicación y el servicio como ancianos y diáconos, los cristianos se deben inclinar con corazones sumisos y obedientes. ¡La cultura no debe ser la protagonista en la iglesia de Jesucristo!

La membresía de la iglesia

Los bautistas reformados se distinguen por una convicción respecto a la naturaleza seria de la membresía de la iglesia. Los bautistas reformados toman en serio la amonestación de Hebreos 10:24-25 de «estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos». Los bautistas reformados toman en serio los deberes y responsabilidades de la membresía de la iglesia. En otras palabras, la membresía realmente significa algo en las iglesias bautistas reformadas. No debería haber una gran disparidad entre la asistencia del domingo por la mañana y la de la tarde. La misma membresía se espera que esté presente en todos los servicios de la iglesia. Es imposible que alguien se partícipe de la vida de la iglesia de la manera que Dios quiso y, sin embargo, estar voluntariamente ausente de sus reuniones públicas. Pocas iglesias harían tal exigencia, pero la membresía eclesiástica bíblica presupone tal compromiso con Dios, los pastores y los hermanos y hermanas. 

Fuentes: First Baptist Church, Clinton, Louisiana; Reformed Baptist Church of Louisville, Emmanuel Baptist Church.