El Catecismo ahora nos presenta a un hombre que por la obra del Espíritu Santo ha reconocido que Dios es justo y que merece penas temporales y eternas a causa de su pecado. Este hombre ha aceptado su culpa, ha reconocido que Dios no está obligado a darle liberación y ante tal escenario surge la pregunta, «¿Hay posibilidad de salvación y de ser reconciliado con Dios?». El Catecismo responde que hay dos posibilidades, que satisfagamos eternamente por nosotros mismos o que otro lo haga en nuestro lugar. Después pasa a demostrar que es imposible que por nosotros mismos o que alguna criatura satisfaga la justicia de Dios para concluir que solo el Señor Jesucristo, siendo verdadero hombre y verdadero Dios, podía redimirnos.