Principio regulador

Este se puede resumir de la siguiente manera: Dios debe ser adorado como él lo ha escrito en su palabra; no debemos de hacer aquello que Dios ha prohibido; pero tampoco debemos hacer lo que Dios no ha mandado. El principio regulador no es una opción para la Iglesia. Es la consecuencia necesaria de recobrar las 5 Solas de la Reforma Protestante ya que la Biblia es suficiente para decirnos cómo debemos adorar a Dios. Pero además, la iglesia es la casa de Dios y él se toma el derecho de prescribir la forma en que debe ser adorado. La Iglesia es el lugar donde mora la presencia del Señor y por lo tanto no puede ser tratado como cualquier otro lugar.

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