Lección 3: ¿El reino de quién?

Es difícil arreglar algo que no entiendes; y más difícil aun cuando piensas que tu problema en realidad no es el verdadero problema. En el contexto del matrimonio son pocos los que entienden lo que es necesario entender para que un cambio permanente tome lugar en su relación.

Gabriela había llevado siempre su sueño consigo como una piedra preciosa en una bolsa de terciopelo. A los doce años hojeaba las revistas hogareñas de su madre y se imaginaba su futura casa y familia. Cuando fue a la universidad ya sabía qué clase de casa y familia quería. Ella no estaba simplemente esperando ser feliz; ya sabía qué la haría feliz. No estaba consciente… pero en realidad… estaba buscando a ese hombre especial que la ayudaría a realizar su sueño. Así que mientras más conocía a Bernardo, más se sentía atraída hacia él. Ella en verdad creía que se estaba enamorando, y a él le encantaba el hecho de que ella estuviera loca por él.

El fruto de una guerra mucho más profunda
“para que los que viven, ya no vivan para sí…” 2 Corintios 5:14-15

  • El pecado es antisocial.
  • El pecado tiende a deshumanizar.
  • El pecado es egocéntrico.
    ¿Podría ser que a medida que Gabriela y Bernardo comienzan a enfrentar la dura realidad de la muerte de sus sueños, individuales y compartidos, su conflicto no es que están luchando por amarse sino que se les está dando la oportunidad de amarse más de lo que lo hicieron jamás?
    Aplicaciones practicas
  • Las dificultades no son una evidencia del fracaso de la gracia, pero son gracia
  • El matrimonio no es un fin, sino un medio para alcanzar un fin.
  • A menudo los conflictos son el resultado de la guerra entre el reino del ego y el Reino de Dios
    Conclusión
    ¿No será que cuando tú has pensado que Dios te ha abandonado a ti y a tu matrimonio, Él ha estado muy cerca, dándote el mejor regalo de tu vida? Su gracia transformadora, esta gracia te rescata de aquello de lo que tú no puedes rescatarte – tú mismo. La reconciliación en tu matrimonio comienza cuando tú comienzas a reconciliarte con Dios. Comienza cuando comienzas a hacer esta oración radical: “Vénganos tu Reino, hágase tu voluntad justo aquí y ahora en este matrimonio, como se hace en el cielo.” ¡Cosas buenas suceden como resultado de esta oración!

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