La segunda responsabilidad más importante que Dios le ha dado al esposo es amar a su esposa. Amar a nuestra esposa no es algo opcional, sino que es un mandamiento de Dios. Amar es una decisión de la voluntad que como esposos debemos tomar diariamente. Este amor se manifiesta en decisiones que resulten en la santificación de nuestra esposa y en tratarla con ternura y gentileza, ayudándola en el desarrollo de sus dones y responsabilidades. El amar de esta manera a nuestra esposa resultará en mucho fruto agradable delante de Dios.