¿Puedes imaginarte lo horrible que sería que el ser más poderoso del universo fuera injusto y amara hacer injusticia con los hombres? Pero así no es nuestro Dios, nuestro Dios es justo. “La justicia de Dios consiste en dar a cada uno lo que merece ya sea castigo o recompensa” (Brakel). Dios siempre actúa de acuerdo a lo que es recto en todo. Es imposible que Dios sea injusto, porque para ser injusto es necesario ser impuro, imperfecto y tener mala voluntad. Esta realidad es de aliento y consuelo para la iglesia. Pero es algo de temer para todo pecador que no se arrepiente. En la cruz la justicia de Dios fue plenamente satisfecha, porque Cristo recibió el castigo que su pueblo merecía para poder perdonarlo, y de esta forma Dios es justo y el que justifica.