Una característica de una iglesia reformada es ser confesionalista. Ser confesionalista es suscribirse a una confesión de fe, la cual constituye el estándar doctrinal de la iglesia en forma escrita y donde se exponen e identifican aquellas doctrinas que son necesarias para la salvación y para el bienestar espiritual de la iglesia por medio de una fraseología histórica. Tener una confesión de fe no solo es legitimo porque no viola ningún principio de la Escritura, sino que también es necesario para discernir el error de la verdad y para promover la pureza y la unidad de la iglesia. Esto puede ser demostrado tanto histórica como bíblicamente.