Una vida pura y un corazón generoso (Deuteronomio 23)

En este capítulo tenemos la aplicación del espíritu de dos mandamientos de la ley de Dios, respectivamente. En primer lugar, el espíritu del séptimo mandamiento «No cometerás adulterio» nos recuerda que tenemos un Creador y que él determina cómo usamos nuestro cuerpo, además de la necesidad de guardar nuestra pureza física y mental. En segundo lugar, el espíritu del octavo mandamiento «No robarás» prohíbe el abuso financiero sobre los pobres, la usura, el abusar de la ayuda, y manda a hacer el bien a aquellos que están en necesidad, mayormente a los de la familia de la fe. ¿Cómo nos dirigen estos mandamientos a Cristo? Al recordarnos que él es un mediador de un mejor pacto y ha limpiado nuestros pecados para que podamos acercarnos a Dios con libertad, y que él es el mayor ejemplo de generosidad, pues siendo rico se hizo pobra para salvarnos.

Compartir: