Una madre agradecida y un padre negligente (1 Samuel 2)

Ana había orado al Señor para que le diera un bebé y su oración fue contestada. Al recibir la contestación a su oración, Ana elevó un canto de gratitud a Dios. Esto nos recuerda que no solo debemos acercarnos a Dios para decirle nuestras peticiones, sino también para agradecerle. Una de las cosas que debemos agradecer constantemente a Dios es que él reina como el soberano del Universo y ha provisto salvación por medio de la obra y persona de Cristo. Este capítulo también amonesta a los padres para que no imiten al sacerdote Elí, quien no estorbó el pecado de sus hijos. Y, por otro lado, amonesta a los hijos a no confiar en que viven en familias cristianas. Finalmente, este capítulo nos señala a Cristo, el sacerdote fiel que Dios levantó.

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