Un hombre orgulloso y un rey humillado (2 Samuel 15)

Absalón, el hijo de David, al llenarse de orgullo y vanagloria, estuvo dispuesto incluso a rebelarse contra su propio padre el rey para arrebatarle el reino. Esto provocó una terrible ruptura en el reino de Israel. Esta historia nos exhorta a guardarnos del orgullo, pues este puede causar división y conflictos en la iglesia. El antídoto para el orgullo es reconocer que si somos o tenemos algo no es por nosotros mismos, sino por la gracia de Dios. Por otro lado, vemos que el rey David fue humillado y rechazado por su pueblo, lo cual era un anticipo de la gran humillación que Jesús sufriría antes de ser exaltado a la diestra de Dios.

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