Un Dios fiel y un pueblo infiel (1 Samuel 12)

Al final de sus días, el profeta Samuel dio una última exhortación al pueblo de Israel mostrándoles que habían sido infieles a Dios. Ellos habían rechazado a Dios al pedir un rey como las demás naciones. Además, los israelitas eran propensos a ser infieles a Dios e ir tras los ídolos y vanidades. Sin embargo, el pueblo infiel tenía un Dios fiel que nunca los abandonó. Lo mismo es verdad con los cristianos, quienes muchas veces somos infieles a nuestro Dios y caemos en pecado y nos desviamos. Pero el Señor nos llama al arrepentimiento y a pedir de su gracia para perseverar. Dios demuestra su fidelidad y compasión por su pueblo al proveer un sacerdote fiel y perfecto en el Señor Jesús. En resumen, somos grandes pecadores en las manos de un Cristo fiel.

Compartir: