Santidad y solemnidad en el servicio a Dios (Levítico 22)

En este capítulo vemos que el sacerdote debía ser muy cuidadoso de no volverse inmundo ya sea por violar las leyes ceremoniales o por violar la ley moral y que su servicio debía llevarse a cabo con solemnidad. Esto es de gran aplicación para la iglesia, pues nos recuerda de la importancia de ser cuidadosos en nuestra vida diaria para no contaminar nuestras manos con cosas inmundas para luego utilizarlas en el servicio a Dios. Además nos recuerda de la solemnidad que hemos de guardar en nuestra adoración a Dios. Finalmente, todo esto tenía el propósito de apuntar al sacerdocio de nuestro Señor Jesucristo, quien nunca se contaminó, sino que fue perfecto en mente, hechos y palabras. Él fue tanto el sacerdote perfecto como el cordero sin mancha.

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