En este capítulo continuamos con el tratado histórico sobre la relación que Dios había tenido con Israel. Al recordar las victorias que Dios les había dado con su mano poderosa, el pueblo de Israel debía ser alentado a seguir adelante. Como cristianos, también hemos sido librados por el poder de Dios pero aún queda un largo camino por delante. Cuando hacemos memoria de las obras de Dios nuestros corazones son alentados sabiendo que nuestro poderoso Señor y Salvador puede darnos la victoria y sostenernos. Así que confiemos y dependamos plenamente de él para seguir adelante.