Josué describe con seriedad la realidad del problema al que se está enfrentando el pueblo de Israel: sus enemigos eran como la arena que está a la orilla del mar. Tantos como fueron los enemigos de Israel son los enemigos de Cristo y de su iglesia. Como cristianos nos enfrentamos a grandes amenazas y asechanzas malignas. Sin embargo, ¿estamos alerta ante esas tentaciones y peligros y luchando contra ellos? ¿O estamos durmiendo cuando debemos estar despiertos y en guardia en esta fiera guerra espiritual? Por otra parte, este capítulo nos hace una solemne advertencia al declarar que Dios castigó a los cananeos al endurecer su corazón y abandonarlos a sus pecados. Dios puede abandonar al pecador a sus deseos como un castigo por no arrepentirse. Por eso es importante ponerse a cuentas con el Señor hoy mismo.