Una de las enseñanzas principales de este capítulo es que Dios es el dueño de la historia y que está con su pueblo en cada momento de su caminar. Esto lo vemos de tres maneras. En primer lugar, vemos que fue parte del plan de Dios dejar algunas naciones de cananeos en la tierra prometida con el propósito de probar al pueblo de Israel. Esto nos enseña que Dios permite dificultades en nuestra vida para seguir formando en nosotros el carácter de Cristo. En segundo lugar, este capítulo nos muestra que nada de lo que pasa en este mundo es fortuito o azaroso, sino que Dios lo dispone. En tercer lugar, vemos que Dios está con su pueblo porque envió a tres jueces para librarlo: Otoniel, Aod y Samgar. Esto debe traer gran consolación al pueblo de Dios al saber que él cuidará de su iglesia.