Josué estaba sustituyendo a Moisés como el gran líder del pueblo de Dios. La carta no era fácil. No obstante, Dios no solo lo llamó a llevar una carga pesada, sino que le dio promesas para fortalecerlo. La primera promesa que le dio fue, «La tierra es tuya»; y la segunda promesa fue «Yo estaré contigo». Solamente Josué debía meditar continuamente en la palabra de Dios y obedecerla. Esto nos muestra primeramente que Josué era un anticipo de Cristo, pues Jesús nunca se apartó de la palabra de Dios, el Padre siempre estuvo con él, y su camino fue prosperado al ganar un reino y un pueblo para sí. Además, este capítulo nos exhorta a esforzarnos por esforzarnos en el reino de Dios sabiendo que tenemos grandes promesas, incluyendo la presencia continua de Dios.