La simiente de la mujer es atacada (Génesis 4)

Es evidente que la humanidad ha sido infectada con el pecado debido a la transgresión de Adán y Eva. Solo un capítulo después de la caída ya tenemos a un hombre lleno de odio, presentando una ofrenda desagradable delante de Dios, y que termina asesinando a su hermano. Podemos ver que la simiente de la serpiente empieza a atacar a la simiente de la mujer de quien vendría el Mesías prometido. Esa batalla continúa a lo largo de toda la Biblia. Pero la simiente de la mujer siempre prevalecerá porque la promesa nunca faltará. Siempre habrá un pueblo que adorará a Dios en espíritu y en verdad. Finalmente, la sangre de Abel clamaba por justicia y venganza, pero la sangre de Cristo habla mejores cosas, pues habla paz, apacigua la ira de Dios y satisface la justicia divina.

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