¡Huye del pecado! (2 Samuel 12)

David, siendo un hombre conforme al corazón de Dios, sucumbió ante la tentación y cayó en uno de los pecados más vergonzosos, dolorosos y destructivos: el adulterio. Después de cometer esta maldad intentó esconder su pecado, pero no pudo engañar a Dios. Aunque David era un hijo de Dios, su pecado tuvo terribles consecuencias. La vida de David es una advertencia para todo creyente, para que no permitamos ningún pecado en nuestras vidas que nos lleve cometer grandes maldades, sino que más bien temamos sabiendo que Dios todo lo ve y todo lo sabe. Pero si hemos pecado, podemos confesar nuestro pecado e ir al buen pastor, quien dio su vida por sus ovejas, el Señor Jesucristo.

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