Aunque para los creyentes del siglo XXI pueda parecer desconcertante, la Biblia habla de la guerra santa. Una guerra santa se distingue de cualquier otra guerra por dos características: es ordenada por Dios y sus propósitos son santos, tales como castigar a una nación que se rebela contra Dios y purificar la tierra. Dios utilizó a Israel como su instrumento para castigar a las naciones que habían pecado contra Dios y que habían hecho pecar a su pueblo. Cuando Israel obedeció el Señor, los prosperó al darle la victoria sobre sus enemigos. Esto era un anticipo de Cristo, quien vino a derrotar al diablo, al mundo, al pecado y a la muerte y fue prosperado en toda su obra. Y ahora todo aquel que se refugia en Cristo puede gozar de esa victoria. Hoy en día la iglesia del Señor es llamada a luchar en contra del pecado y a conquistar el mundo, no con la espada, sino con el evangelio. Cuando la iglesia avanza el reino de Cristo puede estar segura de que Dios le dará la victoria.