La vida de Sansón fue un reflejo de la vida de Israel. Así como Israel, Sansón fue escogido por Dios, dotado de dones especiales y encomendado a un ministerio particular, pero prefirió las cosas de este mundo. Y tanto para Sansón como para Israel el pecado les trajo consecuencias. Esto constituye una advertencia a todo cristiano para que se guarde del pecado. Por otro lado, cuando estaba en su mayor debilidad, Sansón clamó a Dios y por la fe sacó fuerzas para vencer. Esto nos muestra que la gracia de Dios está disponible para el creyente incluso en los momentos de mayor debilidad. Finalmente, así como Sansón fue capacitado por el Espíritu para vencer en medio de su mayor humillación y de esta manera traer paz al pueblo, Cristo también fue fortalecido por el Espíritu Santo para dar salvación a su pueblo por medio de su humillación.