Fuego que Dios no mandó (Levítico 10)

En este capítulo tenemos un grande contraste con respecto al anterior. Porque en este capítulo también desciende fuego, pero no para bendición, sino para maldición. Nadab y Abiú ofrecieron un incienso que Dios nunca les mandó. En otras palabras, comenzaron a adorar a Dios de una forma inapropiada. De aquí procede el Principio Regulador de Adoración, que establece que la adoración a Dios debe ser llevada a cabo solamente como Dios lo ha mandado en su palabra. En el Nuevo Pacto, la iglesia también debe acercarse a adorar a Dios de una forma sobria y con temor reverente.

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