El sacerdote necesita un sacerdote (Levítico 8)

En este capítulo se narra la inauguración o establecimiento del sacerdocio. Por medio de todo este ritual Aarón y sus hijos debían entender que ellos también habían pecado y necesitaban un cordero para apaciguar la ira de Dios y un sacerdote que intercediera por ellos, que en este caso fue Moisés. Todo esto apuntaba al perfecto sumo sacerdote Cristo Jesús, quien no fue lavado con agua porque él era limpio, fue vestido rectitud, ungido con el Espíritu para ser apartado y capacitado para su oficio, y no necesitó de un sacrificio para el perdón de sus pecados, pues el es puro y sin mancha.

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