En este capítulo somos introducidos a uno de los personajes principales de este libro de la Biblia, Saúl, aquel que llegaría ser el primer rey de Israel. Como es bien sabido, a pesar de que externamente Saúl era hermoso, humilde y valeroso contra sus enemigos, no pudo derrotar a su enemigo interno, el pecado. Esto nos muestra que hay un gran contraste entre Saúl y Cristo, el verdadero rey. Porque Cristo es un rey que permanece para siempre, que vence a sus enemigos y que no tiene pecado y nunca se corrompe. Es el único rey en el que el hombre verdaderamente puede poner su confianza y esperanza.