Este es un capítulo oscuro pues presenta la terrible decadencia del pueblo de Israel. Es una escena de adulterio, violencia e inmoralidad. El problema fundamental de Israel es que habían ignorado al único Dios verdadero. Este es el mismo problema de nuestra sociedad y de nuestro país. Lo que nuestro país necesita para ser rescatado de la corrupción es el santo evangelio del Señor Jesucristo. Además, este capítulo nos muestra la profunda corrupción del hombre y de nuestro propio corazón. Finalmente, este pasaje nos dirige a Cristo como el único remedio para nuestra corrupción y como el Salvador que pagó el costo necesario para hacer volver a aquellos que estaban alejados de él.