David quiso construir una casa para Dios, pero Dios le dijo, «No. Yo soy quien te construirá una casa». Por medio de esta negativa Dios quería enseñarle a David que su reino había comenzado por gracia y permanecería por gracia. Como cristianos tampoco debemos olvidar que no le hemos ofrecido nada a Dios para que se fije en nosotros y nos haga bien. Todo lo hemos recibido por la fiel gracia de Dios. Por otro lado, el pacto de Dios con David se ha cumplido por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien es el rey de gloria prometido a David que ha venido a inaugurar un reino que jamás será destruido.