Una de las historias más conocidas de toda la Biblia es la de David y Goliat. Goliat era un gigante filisteo que amedrentaba al pueblo de Israel con su aspecto físico, con sus blasfemias y con el reto que lanzaba para que un israelita saliera a luchar contra él. Cuando David lo vio y lo escuchó, se llenó de celo, y tuvo el valor y la fe en Jehová de los ejércitos para enfrentarlo. Con su honda y una piedra, David derribó a Goliat para después cortarle la cabeza. De esta manera obtuvo la victoria para todo el pueblo de Israel. Muchos han tomado esta historia para hablar de la importancia de enfrentar y derribar nuestros problemas y pecados. Sin embargo, esta historia nos dirige a Cristo, quien se encarnó para vencer al diablo, al pecado y a la muerte misma en favor de su pueblo. Así entonces, todos los que están unidos a Cristo son más que vencedores.