Una de las formas en que podemos encontrar a Cristo en el Antiguo Testamento es por medio de la tipología. La tipología nos ayuda a ver que ciertos eventos, personajes o instituciones de la historia de Israel anticipaban la persona y obra de Cristo. En este sentido, David es un tipo de Cristo, es decir, anticipaba algo de lo que sería Jesús. David heredó un reino debilitado por Saúl, inicialmente fue menospreciado por no tener externamente cualidades de rey, aunque después fue ungido para ser rey de Israel, y alivió temporalmente las aflicciones que Saúl experimentaba a causa de un espíritu inmundo. Por su parte, Cristo vino a restaurar el reino que Adán destruyó, fue menospreciado por su pueblo, fue ungido por el Espíritu Santo para ser el Rey de reyes, y es aquel que libra poderosamente a los pecadores que son esclavos de Satanás y de sus pecados.