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La parábola de los dos hijos
- Por Hiram Novelo
- Serie: Conferencía anual 2024 - Teología y Piedad Puritana
- Escritura: Lucas 15
- Fecha: 17/11/2024
La historia de los Dos Hijos y la Misericordia de Dios
La historia de los dos hijos, es una de las enseñanzas más profundas de Jesús sobre la gracia, el arrepentimiento y la misericordia divina. En Lucas 15, encontramos tres historias de lo perdido y hallado: la oveja perdida, la moneda perdida y, finalmente, el hijo perdido. Esta última nos revela el corazón de Dios hacia los pecadores.
El hijo menor representa a aquellos que, por rebeldía o engaño, se apartan del Padre. Él exigió su herencia antes de tiempo, mostrando su deseo de vivir sin la autoridad del hogar. En su desenfreno, desperdició todo y terminó en una miseria absoluta, cuidando cerdos y deseando alimentarse de su comida. Sin embargo, la necesidad lo llevó a la reflexión. «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti», fueron sus palabras de arrepentimiento. Él comprendió su indignidad y regresó no con exigencias, sino con humildad.
La compasión del padre sobrepasa nuestro entendimiento. No solo lo recibe, sino que lo viste con el mejor ropaje, le coloca un anillo y manda a preparar un gran banquete. Aquí vemos la imagen de Dios que no solo perdona, sino que restaura con abundancia.
Pero la historia no termina allí. El hijo mayor, el que nunca se fue, reacciona con enojo ante la celebración. Su justicia propia le impedía ver que él también estaba perdido, aunque nunca había salido físicamente del hogar. Su corazón estaba alejado del amor del Padre. Él veía su relación con su padre en términos de deber, no de amor.
Esta historia nos confronta con dos tipos de pecadores: los descarriados que reconocen su maldad y regresan arrepentidos, y los religiosos que confían en sus obras y no en la gracia de Dios. Pero también nos revela al verdadero protagonista: el Padre misericordioso que busca restaurar a ambos hijos.
Al mirar a la cruz, vemos la respuesta definitiva. Jesús, el verdadero Hijo Mayor, dejó la casa del Padre para buscar y salvar a los perdidos. Él sufrió la miseria y el abandono que nosotros merecíamos para que, por su sacrificio, podamos ser vestidos con la justicia de Dios.
La pregunta final es: ¿cómo respondemos a la gracia de Dios? ¿Cómo el hijo menor, que se humilla y regresa, o como el hijo mayor, que permanece en su autosuficiencia? Que nuestro corazón sea transformado por el amor del Padre y que nos regocijemos en su misericordia infinita.
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