Dios no es un amuleto (1 Samuel 4)

En este capítulo encontramos el cumplimiento de la palabra del Señor que había dicho al sacerdote Elí acerca de sus hijos por causa de sus pecados. Esto nos enseña que así como las buenas promesas de Dios se cumplirán, también las maldiciones que Dios promete por causa del pecado no van a quedar sin cumplimiento. En segundo lugar, este capítulo nos muestra que el Dios vivo y verdadero no es un amuleto que nos puede traer buena suerte o bendición cuando estamos en apuros. La única forma de obtener la bendición de Dios es por medio del Señor Jesucristo. En tercer lugar, el nombre Icabod que significa «la gloria de Dios se ha apartado» nos muestra que el pecado ha hecho separación entre Dios y los hombres, y la única manera de ser reconciliados y que la gloria de Dios vuelva a estar con el hombre es por medio de Cristo.

Compartir: