Apresúrate, amado mío (Cantares 8:5-14)

En este último sermón de la serie de Cantar de los Cantares consideraremos la despedida del esposa y la esposa. Ocurrió el cortejo, se realizó el matrimonio, gozaron de su amor, ella se endureció y él regresó a consolarla, para después gozar de un profundo amor, y ahora se tienen que despedir. Cristo ya vino, cumplió su promesa de redención, se entregó por su iglesia, pero ahora se ha ido, no porque haya dejado de amar a su pueblo sino para seguir cumpliendo la voluntad de su Padre. En su ausencia sigue testificándole a su iglesia de su amor por medio de su palabra. Mientras Cristo está ausente, la iglesia se debe comprometer a guardarse pura y hermosa, a ocuparse en su obra, y a hacerle oir su voz en oración. El clamor de la iglesia es, «Apresúrate, amado mío. Ven pronto».

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