Jacob se reconcilia con Esaú (Génesis 33)

Aunque Jacob ha tenido un encuentro cara a cara con Dios y tiene una vida nueva, todavía batalla con el pecado en su carne. Por un lado, se humilla ante su hermano que había ofendido, ya no muestra cobardía y reconoce la abundante gracia de Dios en su vida. Pero por otro lado, Jacob miente y obedece parcialmente al Señor. Por su parte, Esaú, en lugar de matar a su hermano lo recibe con los brazos abiertos. Esto era una evidente muestra de la mano protectora de Dios sobre Jacob, tal como lo había prometido. Cristo es un mejor Jacob, que habiendo recibido la promesa desde la eternidad, confía en ella, vence, obedece hasta el final y no es zarandeado por las pruebas sino que obedece a su Padre en todo.

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